Insolación infantil

Ramón Hernàndez,


Las acciones más importantes para evitar una insolación son proteger bien su cabeza con un sombrero o gorro cuando está expuesto al sol y ofrecerle líquidos con frecuencia durante los días más calurosos. Evita, además, salir de casa en las horas centrales del día, entre las doce del mediodía y las cuatro de la tarde, ya que en este intervalo de tiempo el sol golpea con más fuerza y las radiaciones solares son más intensas. Uno de los mayores riesgos de exponer al  niño pequeño a temperaturas elevadas es que sufra una insolación. Una insolación aguda puede llegar a causar daños cerebrales, por lo que resulta esencial prevenirla y, en última instancia, detectarla y saber cómo actuar. La insolación, al igual que el golpe de calor, se produce por una exposición prolongada al sol sin protección y por un fallo en el mecanismo de eliminación del calor de los  niños.  A veces basta con un cuarto de hora para que se produzca una insolación. Si tocamos la piel del  niño, comprobamos que está caliente, seca, e incluso enrojecida. Otros síntomas habituales son dolor de cabeza, dificultad para respirar, debilidad, náuseas, vómitos y fiebre por encima de los 40 grados. Si se produce una insolación, lleva a tu hijo a un lugar fresco y aireado para activar su mecanismo de sudoración. Quítale la ropa, túmbalo en el suelo y pasa una compresa fría por todo el cuerpo, especialmente por su nuca. En este caso es muy importante que lleves al  niño a urgencias.

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